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El duelo (I)

Frase sobre muerte y vida
Cita sobre la muerte y la vida

El duelo es una reacción adaptativa natural ante una pérdida o separación. Es una respuesta normal y natural, personal, intransferible y única.

Las pérdidas no se dan solo por fallecimiento, se puede perder la pareja, una amistad, un trabajo, la salud, el hogar, una etapa de la vida, la libertad (ahora que vivimos en tiempos de confinamiento)… si nos paramos a pensar, la vida esta llena de pérdidas y todas ellas conllevan algún tipo de duelo de menor o mayor intensidad.

Montoya Carrasquilla (1998) dice: “En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es total; es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (duele el dolor de los otros), y espiritual (duele el alma)”.

El dolor que conlleva será mas o menos intenso en función del vínculo que nos una a la pérdida y lo fundamental que sea para nuestra vida.

La reacción de duelo supone ciertas alteraciones a varios niveles (Worden):

  • Sentimientos: tristeza, enfado, culpa, soledad, …
  • Pensamientos: confusión, incredulidad, sensación de presencia, …
  • Sensaciones físicas: nudo en el estomago, opresión en el pecho o en la garganta, sensación de ahogo, …
  • Conducta: problemas de sueño, trastornos de la conducta alimentaria, llanto, conductas de evitación o acercamiento, …

El proceso de duelo es como un túnel que hay que atravesar, adentrándose en su oscuridad en busca de una nueva luz. Cada uno a su ritmo. 

No hay una varita mágica para evitar el dolor durante la travesía por ese túnel que es el proceso de duelo. El dolor por la pérdida no va a desaparecer, pero sí existen herramientas que permiten atenuarlo. El acompañamiento en el duelo ayuda a normalizar la experiencia de la muerte y el proceso de duelo. Recorrer el túnel acompañado puede hacer disminuir los síntomas de ansiedad o los síntomas depresivos. También ayuda a no recurrir a comportamientos nocivos como abusar de fármacos o drogas y a no aislarnos. En general, nos ayuda a una mejor adaptación a la nueva situación con el consiguiente beneficio sobre nuestra salud y bienestar.

Es una carrera de fondo, a largo plazo y con altibajos. Es difícil hablar de una duración predeterminada porque cada persona necesita su tiempo. En general, el tiempo promedio suele estar entre uno y dos años. Al menos habrá que pasar una primera vez con la ausencia de la pérdida: las primeras navidades, el primer cumpleaños, el primer aniversario, etc. 

Orientativamente podemos asumir que el duelo ha llegado a su fin cuando podemos hablar de la persona ausente sin pena ni dolor (ni físico ni emocional). Eso significará que le hemos encontrado un nuevo lugar en nuestra vida y que continuamos viviendo.  

Las lágrimas que no se lloran, ¿esperan en pequeños lagos? ¿O serán ríos invisibles que corren hacia la tristeza? Pablo Neruda

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