El apego es un concepto alrededor del cual se ha desarrollado toda una teoría que abarca más allá de la psicología evolutiva y el vínculo materno filial de los primeros años. Es importante para entender el desarrollo de una persona y sus relaciones sociales y afectivas. También es importante para la psicología clínica y para el terapeuta, en el sentido de establecer una base segura con el paciente desde la que se pueda iniciar una relación para el restablecimiento de su bienestar.
Es por esta importancia del apego, y por la necesidad relacional que todas las personas manifestamos, que éste será el tema central del primer artículo del blog, contando brevemente un poco de su historia y estudios iniciales.
¿Qué es el apego?
El apego es un vínculo afectivo temprano caracterizado por un deseo de proximidad física y de contacto con la figura de apego (fundamentalmente la madre). Es el vínculo emocional más importante en la primera infancia y permanece a lo largo de la vida.
John Bowlby, un médico y psicoanalista inglés, es uno de los autores más relevantes en el estudio del apego. Para Bowlby (1969), los individuos estamos biológicamente programados para establecer vínculos con los demás de forma que se garantice nuestra supervivencia. Cuando un niño siente miedo busca de forma casi inmediata el contacto de su progenitor. La conducta de apego se activa cuando somos separados de la figura a la que estamos vinculados y sentimos que nuestra supervivencia es amenazada.
Bowlby (1969) considera el apego como un sistema de conducta cuya función primordial de asegurar la proximidad con la madre o la figura de apego. Este sistema es de igual importancia que otros como el sistema de alimentación o el sistema sexual. El sistema de apego respondería a la necesidad de seguridad. Cuando un niño se encuentra ante una situación adversa generadora de estrés o miedo, activaría la conducta de apego para proceder a la búsqueda de proximidad y de cuidado por parte de la figura de apego
Bowlby (1969) sostiene que la primera figura con la que se establece una relación de apego es la madre (o una persona sustitutiva). La relación de apego con los padres generalmente se mantiene y proyecta en las relaciones futuras. Las interacciones madre-hijo quedan grabadas como acciones interiorizadas, automatizadas y organizadas en representaciones mentales estableciéndose así modelos internos de la relación. Estos modelos internos que el niño va elaborando en su mente durante su infancia «son características centrales del funcionamiento de la personalidad a lo largo de la vida» (Bowlby, 1995)
La carencia de esta figura de apego puede ocasionar problemas emocionales y dificultar el establecimiento de nuevas relaciones en el futuro.
En 1991, Bartholomew y Horowitz (1991) basándose en los estudios de Bowlby clasificaron el apego adulto en 4 estilos afectivos:
- Apego Seguro: Visión positiva de sí mismo y de los demás. Personas cómodas con la intimidad y con la autonomía. Alta autoestima y confianza en sí mismo y en las personas de su entorno. Es el estilo de apego saludable.
- Apego Preocupado: Visión negativa de uno mismo pero positiva de los demás. Personas dependientes, con baja autoestima, necesidad de aprobación y preocupada por las relaciones interpersonales, mostrando temor a un posible abandono.
- Apego Evitativo Rechazante (estilo huidizo alejado): Visión positiva de uno mismo pero negativa de los demás. Evita la intimidad, considera las relaciones interpersonales como algo secundario. Son personas frías con baja necesidad de apego. Autosuficiencia emocional y orientación al logro y la independencia.
- Apego Evitativo Temeroso (estilo huidizo temeroso): Visión negativa tanto de uno mismo como de los demás. Personas con una alta inseguridad social y necesidad de aprobación. Falta de confianza. Presentan un estilo de apego frustrado resultado de la necesidad de intimidad y a la vez temor al rechazo.
Estos estilos de apego corresponden a modos de respuesta ante situaciones de estrés que nos causan un trastorno emocional. El establecimiento de un vínculo afectivo en la infancia ayuda al desarrollo de habilidades básicas de relación, a la regulación de las emociones y de los impulsos, a un manejo adaptativo del estrés, y en general a la construcción de un modelo de autoeficacia personal.
Las reacciones según el estilo de apego
Las personas con apego seguro experimentan emociones positivas, muestran confianza y tranquilidad, lo que les permite reconocer su angustia y buscar consuelo y apoyo en la persona afectivamente cercana. Por el contrario, una persona con apego inseguro, ante una situación de miedo, responderá con evitación, enfado o ambivalencia ante sus padres o cuidadores, con los que ha habido demasiada distancia o un exceso de preocupación. Los evitativos tenderán a inhibir sus emociones y no buscar apoyo, el ambivalente estará hipervigilante, y sobre activado, con tendencia a las emociones negativas como rabia e ira, y un estilo de afrontamiento poco adaptativo. Parece lógico pensar que aquellas personas con un apego seguro, que buscan el apoyo y la proximidad, mostrarán comportamientos resilientes y adaptativos mientras que aquellas personas inseguras que experimentan emociones negativas de rabia y hostilidad y que rechazan la proximidad y el apoyo social mostrarán comportamientos menos resilientes.
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